Cuando el primer sol del día entra en la finca pronto alcanza la fachada de una pequeña caseta entre viñas. Los rayos parecen pintarla de oro y en ese instante de la mañana es cuando la modesta construcción se convierte, más que nunca, en nuestro particular centro del mundo.
Es La Abejera, la casa de la viña donde tantos momentos importantes hemos vivido alrededor de nuestros vinos. Ahí hemos comido, catado, planeado... Ahí empezamos a decidir la imagen de las etiquetas y ahí hemos recibido a muchos amigos y clientes. No hay mejor lugar para presentar los vinos que hacerlo rodeados de viejas cepas.
Construida con sillares de piedra arenisca, un material típicamente riojano, La Abejera fue rehabilitada hace un tiempo por Ninom, nuestro estudio de arquitectura de cabecera. El resultado es un espacio que es como los vinos de Villota: integrado en el entorno, lleno de armonía y tradición, práctico, bello y de fuerte presencia.
La Abejera —el nombre alude a una de las antiguas actividades de la finca, la producción de miel— fue el escenario de nuestro primer contacto con el crítico Tim Atkin. A finales de 2019, Tim vino a catar nuestros vinos para su Informe Rioja anual. Su cercanía y su amplia sonrisa, pero también su concentración y profesionalidad, forman parte de nuestras vivencias en la caseta.
Meses más tarde, en junio de 2020, recibimos a Yolanda Ortiz de Arri, de Spanish Wine Lover. Fue la primera periodista que vino a La Abejera tras el confinamiento del primer estado de alarma por la pandemia.
La pequeña historia de nuestra caseta de viñedo sigue dándonos alegrías. Y en los atardeceres despejados, el sol poniente acaricia la pared trasera como queriendo despedirse hasta el día siguiente.